Las entradas del blog están ordenadas cronológicamente de abajo a arriba. !!!!!!

Hasta siempre Irán.







Durante nuestro viaje en Irán, me sorprende la obsesión generalizada que tienen los iranís por lo que pensamos de su país. Y no es de extrañar, pues aparte de las alfombras persas, sólo conocemos la información interesada de determinados medios, que tratan de mostrarnos un país poco amigable, anclado en el pasado y de un islamismo radical que invita poco a visitarlo. Pero tal vez, muchas personas que vivimos en ese "mundo perfecto" que llamamos Occidente, debiéramos darnos una vuelta por estas tierras. Seguro que tendríamos mucho de lo que aprender. Hasta siempre Irán.

De nuevo con Mehrnaz.

En Bander-e-Charak recibimos la visita de nuestra amiga teheraní. Ésta quiere seguir grabando para su próximo documental y nos acompañará la última semana por Irán. Además de con una amiga, contamos ahora con guía e intérprete. Aburrido ya de tanta compañía masculina en otros viajes con los mangarranes de el Jokin, el Javi, el Eddy, el, el... y nunca ellas, al fin, durante unos días pedalearé con mi pequeño harén.
Nos vamos de fiesta.
Mientras esperamos el día que zarpe el barco hacia Dubai, cruzamos a la isla de Qeshm. Pedaleamos hasta la aldea pesquera de Laft, en donde nada más poner el pie en el suelo, una mujer con la cara cubierta por el burqa, nos invita a su casa. Tras la cena nos proponen asistir a una aruzi (fiesta de pedida previa a la boda). A "mis chicas" las visten como princesas y en la caja de un camión nos vamos con toda la familia a la fiesta. A nuestra llegada me dirigen a una oscura sala donde los hombres fuman sus qalyan (pipas de agua). Mientras trato de entender y responder a sus preguntas, me muero de envidia al escuchar los cantos y risas que llegan de la fiesta de las mujeres. En esta ocasión, le tocará a Aurora junto con Mehrnaz disfrutar del país.
Al día siguiente en Bandar-e-Pol de nuevo otra aruzi. Tan acostumbrados a nuestro horario de sueño infantil... ahora le robamos horas al sueño. Pero la ocasión no se puede desaprovechar y servirá para poner un inmejorable broche a nuestra estancia en Irán.

El Golfo Pérsico.


En Busher costeamos varias jornadas buscando un barco que nos cruce a Dubai. Pedaleamos a orillas de un mar cuyo nombre nos trae desagradables recuerdos. El negro de la guerra y del petróleo se tornan ahora de tonos más coloridos.
Flamencos, carracas y abejarucos resaltan sobre los ocres del desértico paisaje, un desierto que muere en unas aguas azul turquesa. Pero lo que le da verdadero color a la zona, son los alegres vestidos de las mujeres bandaris (porteñas) y lo que caracteriza a éstas es el uso del burqa (máscaras).

No sólo las mujeres ofrecen una imagen diferente, también los hombres de edad visten largas túnicas. No en vano, es en esta región donde se asienta la mayor parte de la población árabe de Irán, por lo que en pocos kilómetros tenemos la sensación de haber cambiado de país.
Esta zona, que en verano es un auténtico horno (50grados), a puertas del invierno disfrutamos de unos agradables 25 grados. Los pueblos que atravesamos viven principalmente de la pesca. Pero estos días un fortísimo viento impide a los barcos salir a faenar. Un ventarrón que afortunadamente golpea sobre nuestras espaldas. Ya no tememos esas infinitas rectas, cuando nos aburrimos de mover las piernas, dejamos que Eolo sea el que nos lleve en volandas sin pedalear. -Viento en popa a toda vela!-.

Sin palabras.



No es necesario desplazarse a las boutiques de moda para vestir a la última. Hasta tu propia casa llegarán para ofrecerte las mejores telas.

Mártires de lo absurdo.

Los chiítas son muy dados a martirizar a sus gudaris. A lo largo de todo el país, en carreteras, ciudades o pueblos, no faltan carteles o pintadas recordando a los miles y miles de muertos durante la revolución del 79 o en la posterior guerra Irán-Irak.

Persépolis.

Contradiciendo lo que su nombre parece indicar, Persépolis no fue nunca una ciudad. Levantado hace más de 2500 años, este conjunto arquitectónico en mitad de la nada, tenía como función acoger la fiesta del Año Nuevo Zoroastriano, así como exhibir el esplendor y poder de los reyes aqueménidas.
Décadas más tarde el lugar sucumbió al olvido, a la arena y a los vientos del desierto.
Apenas unos kilómetros de Persépolis, se encuentra Naqsh-e-Rustam, donde se pueden ver varias tumbas de la dinastía aqueménida excavadas en la roca.

Los 10.000 kilómetros.

Teníamos nuestras dudas de quién llegaría antes a tan redonda cifra, si el cuentakilómetros de las bicicletas o el contador de visitas del blog. Y aunque mucha gente nos visita y nos acompaña de forma virtual, ha sido el "cuenta" el ganador de la apuesta.
Alcanzamos los 10.000 km. a nuestra llegada a Shiraz y aprovechamos el reencuentro con Estelle y Cristopher para celebrarlo.

Nómadas sobre ruedas.

Desoyendo los consejos locales, abandonamos la aburrida autovía y nos adentramos en las montañas de Zagros, rumbo a Shiraz. La gente nos augura numerosos peligros y adversidades: frío, nieve, infraestructura inexistente, incluso animales salvajes.
- ¿Qué animal más peligroso para un ciclista que un iraní con un volante entre las manos?-
Ascendemos collados, descendemos a los valles... Durante unos días nos alimentamos a base de macarrones, nueces y pan. También, como nos pronosticaban, el termómetro desciende rápidamente al caer el sol. El invierno está cerca y comprobamos cómo los pastores nómadas se preparan para conducir sus rebaños a zonas más templadas.
Pero, aunque algunos continúan haciendo la trashumancia de forma tradicional (caminando), ahora la mayoría carga ovejas, cabras, perros y demás enseres en viejos camiones.
El Siglo XXI parece haber llegado a estas remotas montañas.

Dos millones de afganos.

Irán es el país del mundo que más refugiados acoge en su territorio. Entre ellos destacan los afganos. Éstos, además de desempeñar los trabajos más duros, acarrean mala fama y comentarios despectivos de los locales.

Yazd.

Aparcamos las bicis en el pueblo de Abadeh y en autobús nos acercamos hasta Yazd, una ciudad de adobe entre el Dasht-e-kavir (desierto de sal) y el Dasht-e-lut (desierto de arena). El lugar acoge a la mayor comunidad de seguidores de la religión zoroastriana.
Las mujeres se diferencian de las del resto del país por vestir alegres colores .

Por encima de los tejados asoman estos antiguos "sistemas de aire acondicionado", los badgir, que se encargan de recoger la mínima brisa de aire y dirigirla al interior de las casas.

Belleza iraní.

Hace no mucho, nuestro amigo Bera nos pedía que nos dejáramos de monsergas y colgáramos alguna foto de las chicas del lugar. Entonces no pudo ser (Georgia), pero esperamos que éstas satisfagan sus deseos.

En Irán, por mucho que las autoridades lo pretendan, el velo es incapaz de esconder tanta belleza.
Sin embargo, es complicado encontrar hombres verdaderamente atractivos. Aquí muestro una de las pocas excepciones.

-... espero que al menos mi madre opine lo mismo-.

Sin crédito ni débito.

Paseando por las calles de las ciudades o pueblos de Irán, vemos numerosos bancos con sus correspondientes cajeros automáticos. Pero éstos no admiten las tarjetas que normalmente llevamos los extranjeros.
Por suerte, contamos con algunos euros que nos trajeron Dorleta y Aitor allá por el mes de Julio y que guardábamos para la ocasión. Ahora, nuestro presupuesto debe ajustarse a éste. Si a esto le añadimos, que el cambio de itinerario nos obligará a salir del país en avión o barco, nuestro presupuesto diario no debe sobrepasar los 10 euros por cabeza.
Desde Isfahan y durante unos días pedaleamos con Estelle y Christophe (ver cicloviajeros) que también andan apurados de dinero. Pero alternando noches de tienda, hotelillos económicos y la hospitalidad iraní, lo vamos consiguiendo.

La austeridad no esta reñida con seguir disfrutando del viaje.

Isfahan

Después de kilómetros y kilómetros arribamos a este oásis en mitad del desierto. La ciudad ha cambiado bastante respecto al lugar que describe Noah Gordon en su novela El médico. Ahora es una ciudad moderna, muy humana y habitable en donde se respira una tranquilidad que nos ayudará a descansar por unos días.
Los iranís son unos entusiastas del picnic y el viernes todos los jardines de la ciudad (y son muchos) se tapizan con alfombras, donde familias enteras se reúnen en torno al hornillo y la tetera. Varios puentes cruzan el río Zayandeh y algunos de ellos (los más antiguos) son realmente bellos. La Plaza del Imán, en el centro de Isfahan, es una de las más grandes del mundo.

Ana María Briongos

Los libros de lectura, por muy gruesos que sean, siempre se terminan. Los pilares de la tierra, El abisinio, etc. fueron quedándose por el camino. Ya no teníamos lectura para esas largas noches de tienda de campaña.


Por estas latitudes es muy complicado encontrar un libro no escrito en farsi y totalmente imposible encontrarlo en castellano.

En Isfahan, el destino nos hace coincidir con Hosein. Este vendedor de alfombras habla un perfecto español, no en vano pasa largas temporadas en Vigo, su segundo hogar. Hosein es amigo personal de la escritora catalana Ana M. Briongos y protagonista real en su novela La cueva de Alí Baba. Además, en la pequeña biblioteca de su tienda asoma el libro de la misma autora Negro sobre negro, que un navarro de Huarte, dejó a su paso por la ciudad.

La fortuna nos vuelve a sonreir y acabamos con estos dos libros que nos ayudarán a conocer un poco más el país que visitamos.

Por narices va a ser
En Occidente pasamos largas horas bajo un sol abrasador para broncear nuestros cuerpos. En Oriente, sin embargo, se protegen de éste para tener la piel lo más blanca posible. En África, las mujeres tratan desesperadamente de alisar sus indomables cabellos. Los Orientales se operan sus rasgados ojos...

Los iranís, al igual que los vascos, gozan de prominentes narices. Ahora, la última moda es hacerse la estética y lucir un apéndice respingón al estilo cerdita Peggy.

- ¡Cuánto trabajo tendrían estos cirujanos con nosotros dos!!-.

Rumbo a Isfahan

Por primera vez y tras muchos kilómetros por Irán, encontramos carreteras tranquilas para pedalear.
Cubierta del bazar de la ciudad de Kashan.En un país tan árido como éste, no es de extrañar que para sus habitantes la visión del paraíso sean jardines y fuentes.


Casas de adobe del pueblo de Abyanet.

Desflorando la flor del azafrán.

Qom

Tras abandonar Teherán, pedaleamos un par de días hasta la ciudad sagrada de Qom, uno de los lugares más conservadores del país y donde se engendró la revolución del 79. Por ello, no es de extrañar que aquí todas las mujeres vistan de pies a cabeza el tradicional y negro chador.
Pero la ciudad es también lugar de peregrinación para los musulmanes shiítas (vertiente mayoritaria en Irán) y por sus calles vemos devotos venidos de diferentes partes del mundo (vestimentas árabes, rasgos orientales, piel negra...)

Mientras a Aurora le incomodan las miradas curiosas o de desaprobación por su vestimenta, yo aprovecho mis rasgos físicos (parecidos a los locales) y rodeado de centenares de peregrinos, mullahs y estudiantes del Corán, acabo casi sin quererlo, dentro del complejo sagrado sólo acto para los fieles de Alá.

Pedaleando por la Highway.

Con la visa de la India en el bolsillo y tras doce días sin bicicleta, reanudamos el pedaleo. Nunca nos han gustado las vías rápidas, pero nos aconsejan que tomemos la otoban (autopista) en la ruta hacia Isfahan. Resulta un acierto, pues la carretera alternativa está infestada de camiones. Al menos, aquí tenemos un par de metros de arcén para poder evadirnos en nuestros pensamientos.

Samuel, el caminante

El día que nos disponíamos a abandonar Teherán, tuvimos la suerte de conocer a Samuel. Quince meses atrás, abandonó Barcelona cargando sobre sus espaldas todo lo necesario para caminar hacia Nepal. Pero en Teherán chocó contra el mismo muro que nosotros (visado de Pakistán) y ahora debía cambiar su ruta. Con la diferencia que su filosofía de viaje (un tanto radical), no le permitía tomar ningún tipo de transporte.
Caminante no hay camino...

La bicicleta, en peligro de extinción.

Desplazarse en bici por Teherán es jugarse el tipo en cada pedalada. Existe un bici carril en la zona de las universidades, pero dado su estado y uso, los más pequeños tendrán que remitirse a las enciclopedias para conocer las extinguidas bicicletas.

- Cuánto trabajo tendría Gasteizko Bizikleteroak en Irán !!-.

Consejos vendo... y el islam que se lo coma mi mujer.

A diferencia del velo, en Irán el chador no es una prenda obligatoria. Pero en muchas ocasiones, la elección de vestirlo no es de la propia mujer. Es el marido quién decide si ésta debe llevarlo o no.






Desnivel. Especial Irán.

Los viernes en la capital son realmente aburridos. Todo cerrado y nada que hacer por las calles de Teherán. Por lo que cuando Alí nos propone una excursión por los alrededores, no lo dudamos un momento y en compañía de Mehrnaz, nos acercamos hasta la periferia de la gran urbe, justo donde empiezan las montañas. Desconocíamos la gran afición de los iraníes por la montaña. Familias enteras remontan los senderos que ascienden a éstas. Tras una hora de caminar llegamos a una zona de escalada, donde decenas de jóvenes practican la escalada deportiva y el boulder.
Acostumbrados como estamos a ver mallas y camisetas ajustadas para esta práctica deportiva, aquí, en plena naturaleza las jóvenes también deben vestir conforme a las reglas establecidas, perdón quise decir impuestas.

- Qué se prepare nuestra Josune cuando éstas se suelten la melena!-.

El picnic, otra gran afición.

La "Internacional guesthouse" de Ali.

Dos días en la fría habitación de un hotel en Teherán, son suficientes para rendirnos a la insistente invitación de Alí (amigo de Moshen) para que nos alojemos en su apartamento.
Alí es un iraní poco común. Un tipo de 1.90, ojos azules y larga cabellera, está lejos el estereotipo local. Pero lo que realmente lo hace distinto, es que a diferencia de la mayoría de sus conciudadanos, éste ha viajado por medio mundo. Seguramente por ello, es por lo que le gusta alojar en su casa a los pocos viajeros que caen por Teherán.
Nuestro anfitrión cede gustosamente a que nos hagamos dueños de su cocina y en ella, durante nuestra estancia, preparamos nuestros mejores platos: tortilla de patata, pollo guisado, mi famoso revuelto de berenjenas...
Alí es un buen conocedor de su entorno, no en vano tiene una agencia de ecoturismo, deporte y aventura. http://www.ariantour.com/ infor@ariantour.com y con él hacemos alguna escapada por los alrededores. Todo esto hace que nuestra espera para la visa de India en Teherán sea mucho más agradable.

Mehrnaz Azadi
Entre las muchas amistades de Alí, conocemos a Mehrnaz. Esta polifacética joven, con un trabajo de producción propia (cámara, guión, dirección) ha sido la ganadora en un reciente Festival Internacional de Documentales.
Durante varios días somos presa de su cámara, pues está preparando su próximo documental sobre gente que viaja por el mundo. Incluso nos tiende una pequeña trampa y acabamos siendo entrevistados en una agencia de noticias iraní.
- Atentos a los medios de comunicación!-.

¿Dónde están los niños?

Paseamos de nuevo por las congestionadas calles de Teherán. Irán cuenta con una población de 70 millones de personas, de la cual el 70 % no supera los 30 años. Pero entonces...
- ¿Dónde están los niños?-.
En un país donde el precio del litro de la gasolina es de 7 céntimos de euro, desplazarse en coche no supone ningún problema para el bolsillo. Si a esto, se le une una ciudad donde conviven 12 millones de personas... el tráfico se acaba convirtiendo en un problema de difícil solución. Por si fuera poco, la anarquía es la reina del asfalto y no existe ninguna norma de circulación: direcciones contrarias; adelantamientos por la derecha; motocicletas atajando por las aceras...
Quizá, ya tenemos la respuesta a nuestra duda.
Pero lo más subrealista, es que mientras la policía hace caso omiso a toda clase de infracciones de tráfico, un cuerpo especializado de ésta, vigila que la vestimenta de las mujeres esté dentro de los márgenes permitidos.

Damavand.

Tras la desolación de no poder entrar en Pakistán, nos consolamos con los seis meses de visa que nos conceden para India. Pero la tramitación es lenta y debemos esperar una semana.

Como Teherán no ofrece mucho que ver y además no somos amigos de las grandes ciudades, a la mínima oportunidad escapamos a las montañas de los alrededores.


En poco más de una hora de autobús estamos en las faldas de la montaña más alta de Irán (5.671 mts). Nuestro objetivo no es subir a lo más alto, sino simplemente caminar y olvidarnos por un par de días del ruido y los aires contaminados de la capital.
Si apenas unas semanas atrás temíamos el calor que pudiera hacer en Irán, la segunda mañana en el lugar nos despierta con una nevada mil metros por encima de nuestras cabezas.
- Huyendo del calor... nos habrá pillado el invierno?-.

Teherán.


En una capital tan moderna y cosmopolita como Teherán, nos sorprende que en los transportes públicos todavía haya separación por sexo. Ésta es voluntaria en el caso del Metro y obligatoria en los autobuses urbanos.
El gran bazar del Teherán es una auténtica ciudad con más de 10 kilómetros de estrechas callejuelas.

Nos hace gracia algunos escaparates, máxime cuando todas las mujeres tienen la obligación de esconder el pelo debajo del velo.

Problemas burocráticos, cambio de planes.

Hasta la fecha, el viaje venía transcurriendo mejor incluso de lo esperado y las únicas variaciones sobre el itinerario previsto, habían sido por iniciativa propia (Italia peninsular y el bucle Georgia-Azerbaijan).
Nos acercamos a Teherán con la simple intención de obtener la visa para el siguiente país. En la Embajada de Pakistán nos piden la carta de recomendación por parte de la Embajada Española.
- No problem, simples tramites burocráticos-.
Cuando exponemos el tema en esta última, nos comunican que Pakistán está en la lista de países que el Ministerio de Asuntos Exteriores español desaconseja visitar, por lo que no pueden hacernos dicha carta. Además, debemos atravesar el siempre peligroso Baluchistán (tráfico de drogas, secuestros...) y en el que en el último mes, a estos peligros se han sumado deportaciones de miles de afganos. Nos explican que la zona es una bomba a punto de estallar. Incluso nos aconsejan que tracemos otra ruta más al norte, cruzando Afganistán.
El mundo se nos cae encima, pues la continuidad del viaje en bicicleta pende de un hilo. El pasillo del Baluchistán parece la única vía posible en una ruta terrestre. Además, la idea de cruzar Afganistán en Diciembre y escoltados no nos hace la menor gracia.
La cabeza nos estalla buscando alternativas que nos permitan continuar el viaje sin recurrir al avión. Nos comentan la posibilidad de cruzar en ferry a Dubai y de aquí a Omán. Otro ferry nos llevaría a Karachi y continuar de nuevo por Pakistán.
- Esto seguro que les convence a los de la Embajada española-.
Cuando las dudas se empiezan a despejar, nos enteramos por internet que un sangriento atentado se cobra la vida de más de 130 personas en Karachi. Definitivamente la visita a Pakistán tendrá que esperar por un tiempo.

Moshen, el loco de la mountainbike.

Nos acercamos a la capital y el tráfico empieza a ser insoportable.
- Aquí hay que estar loco para andar en bici.-
En esas estamos cuando aparece un joven entrenando en bicicleta. Moshen, es un aspirante a profesional y entrena a diario por estas infernales carreteras. Éste insiste que vayamos a su casa. Su hermana se casa en dos días y la familia anda revolucionada con los preparativos. A pesar de sus insistencia para quedarnos a la boda, declinamos la invitación (debemos realizar la visa para Pakistán), dejamos las bicis y los bártulos y nos vamos a la capital.

La cordillera de Alborz.

En Chalús abandonamos la orilla del Caspio y desde una altitud por debajo del nivel del mar, ascendemos hasta los 3000 mts. Durante día y medio remontamos una carretera espectacular encajonada en un cañon formado por el río. Frondosos bosques e innumerables áreas de picnic. La pega es que el tráfico no nos permite disfrutar del paisaje y pasamos más tiempo vigilando el retrovisor, que contemplando las montañas que nos rodean. Después de 90 kms de ascensión y cuando las piernas empiezan a flaquear, aparece un inesperado túnel que nos evita los últimos 400 mts. de desnivel.
Al otro lado del túnel comprobamos los efectos que estas montañas de más de 4000 mts. confieren al paisaje. La cordillera impide que los aires cargados de humedad procedentes del Caspio descarguen una gota de agua en el resto del país. Este será el paisaje que nos acompañará durante unas cuantas semanas.
Tan sólo, la serpenteante imagen de los chopos acompañando el río.

Para mis compañeros.

En especial para Josu, pues quizá no sea tan des-cabellada su idea de utilizar motos como primera salida.P.D.: Desde Irán los mejores deseos para el recién casado y también para el que "sabe tocar el txistu y canta en el orfeón...", pues hasta aquí llegaron vuestros desafinados cantos.

Por la rivera del Caspio.

Desde que cruzamos la frontera pedaleamos a la orilla de este pequeño mar. O debiéramos denominarlo gran lago?? La tontería de considerarlo lago o mar acarrea más transcendencia de lo que parece. El trozo de pastel que se llevaría cada uno de los países con costa sería diferente y con importantísimas consecuencias económicas.

Los iranís por su parte, consideran la costa del Caspio como uno de los lugares más bellos del país. Y no precisamente por sus aguas cristalinas (se encuentran suficientemente contaminadas), ni por sus paradisíacas playas. Simplemente es el lugar donde llueve y como en Sevilla, aquí la lluvia ...

A nosotros sin embargo, no es el mar lo que nos llama la atención, sino el verde que lo impregna todo. Nuestras mentes imaginaban un paisaje totalmente árido y no cubierto de plantaciones de té, kiwis y arrozales, en el que pastan búfalos de agua.

También encontramos una población menos distante de lo que aparece en la guía y en múltiples ocasiones somos recibidos con los brazos abiertos.

Viajando en patines.

No podemos dar crédito a lo que vemos por nuestro retrovisor. Poco a poco se acerca y luego nos adelanta un joven patinador. Apretamos el acelerador para hablar con él (nuestro cuenta alcanza los 25 km/hora). Alí no habla inglés, pero sus padres que le cubren las espaldas en una ranchera nos explican que se dirigen a Teherán.
- ¿Patinando?
Continuamos todos juntos hasta el final de nuestra etapa. Alí, tras 70 kilómetros debe continuar. Picnic de despedida, intercambio de direcciones, fotos...

El velo, por pelotas.

A diferencia de Turquía, en donde el Estado no permite el uso del velo a las trabajadoras de la administración pública, en Irán, todas las mujeres a partir de los siete años deben cubrirse la cabeza con él. Esta norma atañe también a las extranjeras que visitan el país, aunque éstas lo hagan en bicicleta.



Harto ya de alusiones negativas sobre mi look y elogiosas sobre la figura de Aurora, os deleito con la foto obligatoria para el visado de entrada en Irán.



Bienvenido a la República Islámica de Irán.

Durante el largo tiempo que estuvimos soñando con este viaje, uno de nuestros temores era que Estados Unidos ampliara su negocio de la guerra y decidiera invadir su codiciado Irán.
Por suerte, George Bush parece no encontrar mentiras válidas para su guerra por la libertad.
La víspera de concluir el temido Ramadán (ya lo padecimos en una ocasión) y esperando que por fechas el calor no sea nuestro mayor enemigo, por fin, entramos en Irán.


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